Jesús a Pequeña maría (en Roma) el 28 de octubre de 2024:
“Mi toque” (Lucas 6:12-19)
My pequeña maría, el Evangelio de hoy dice que una milagrosa “salió de Él”, de tal manera que numerosas multitudes acudieron de muchos pueblos para poder tocarme y ser sanadas. Los enfermos, los poseídos, los asustados y los afligidos clamaban por Mi ayuda, buscaban Mi toque por todos los medios. ¿De dónde provenía esta milagrosa fuerza que sanaba a todos? No sólo de Mi poder divino, sino también de Mi profunda unión con Mi Padre y con el Espíritu Santo, quienes apoyaban Mi misión, fortaleciendo Mi obra. Pasaba las noches en oración para buscar más fuerza y ayuda para Mi humanidad.
Hoy existe una inmensa multitud de personas enfermas en el cuerpo y en el espíritu, ocupadas por el maligno: pobres pecadores a merced de su maldad. Pero a diferencia de Mis tiempos, en los que muchos se ponían a buscar Mi Persona, la ayuda que sólo Yo podía ofrecer, hoy la mayoría no Me busca, ya no Me clama, sus palabras se han silenciado, no tienen aliento que surja en sus almas. No buscan Mi toque que sana, porque ya no creen.
¿Cómo se produce Mi toque? Se produce a través del diálogo, la relación que se debe establecer con Dios mediante la oración profunda y constante. No bastan unas pocas invocaciones débiles y esporádicas, no basta la procesión del pueblo que se hace por tradición, ni una Eucaristía cuya participación es fría y superficial. La oración debe convertirse en una experiencia concreta, un diálogo de tú a tú que se vuelve íntimo y amoroso, que os acerca y difunde los atributos divinos; cuanto más los vivís y os sumerjáis en ellos, más descienden sobre vosotros, trayendo sus efectos en toda forma de sanación y liberación.
La relación con la Eucaristía no consiste solamente en comulgar como un acto habitual, un rito prescrito, sino en conocerse, en compartir, en convertirse en el toque de Mi Corazón en el que Su resonancia entra en el vuestro. Solamente en el toque del corazón recibís y sois infundidos con Mi amor, que puede daros toda forma de renacimiento y de gracia.
¿Qué sucede en cambio? Os digo que la masa de los cristianos me recibe de manera distraída, pasiva y ausente. Me toman y olvidan inmediatamente lo que han recibido, Quién soy Yo, lo que puedo hacer por ellos y no entran en contacto conmigo. No se derraman en Mi Corazón y sólo en este toque que ama, que se funde y besa con Mi divino Corazón creador, puede Él actuar sobre vuestra humanidad y daros toda clase de regeneración. Si no es así, si no se produce esta fusión, si vuestra alma no participa, ¿cómo puede haber sanación, liberación y conversión continua?
Yo pasaba las noches en oración, y de ellas provenía la fuerza de Mis acciones y de Mis obras. Mis propios apóstoles continuaban Mi camino en la misión que les había sido confiada, orando; oración que se convertía en vida y toque de Dios entre el pueblo. Ellos, como Mis santos, como Mis almas amantes, se comunicaban con el ímpetu de un amor en el que encontraban y percibían Mi Presencia renovada, orando y viviendo la Eucaristía. Fue en este toque que completaron su misión terrena.
¿Cómo podrán seguirme todos aquellos que están llamados a seguirme en el mandato particular de la consagración sacerdotal? ¿Cómo podrán seguir adelante con la evangelización, con la obra de curación entre las personas, si no experimentan Mi toque, si no tocan Mi Persona con su corazón? Es sólo a través de la infusión de Mi carne [en la Eucaristía] dentro de ellos, sólo en Mi Espíritu que los alcanza y les insufla aliento vital, que me tocan y son fortificados por la fuerza milagrosa de Dios, siendo capaces de curar enfermedades, trayendo libertad a los oprimidos [demoníacamente], convirtiendo las conciencias.
Te bendigo.