Nuestra señora a
el 3 de septiembre de 2021:
Mis queridos hijos, gracias por haber respondido a mi llamado en sus corazones. Mis amados hijos, hoy mi Hijo está con ustedes, en agonía, pero lleno de amor por todos. Hijos míos, muchos piden señales, pero ¿qué señales quieren cuando de la boca de algunos sale humo y no la palabra de Dios? Además, pides y pides sin dar gracias por todo lo que tienes. Oren por la Iglesia que está saboreando su martirio: oren, hijos míos, porque el mundo está envuelto en tinieblas y ustedes deben ser reconocibles como luces brillantes, avanzando en la verdad de la palabra de Dios. Hijos míos, no estáis en un momento en el que os dejéis perder en cosas frívolas, porque el Hijo del Hombre va a estar con vosotros. * Os pido que llevéis la cruz con amor a través de vuestra purificación en la tierra: si queréis llévala con alegría tendrás grandes recompensas, pero si la llevas con desesperación no podrás experimentar la alegría prometida. Ore por los volcanes ...
Ahora los dejo con mi bendición maternal en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
* En cuanto a tiempos y estaciones, hermanos, no necesitan que les escriban nada. Porque ustedes mismos saben muy bien que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Cuando la gente dice: "Paz y seguridad", entonces les sobreviene un desastre repentino, como los dolores de parto de una mujer embarazada, y no escaparán. Pero ustedes, hermanos, no están en tinieblas, para que ese día los alcance como un ladrón. Porque todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino mantengámonos alerta y sobrios. Los que duermen se duermen por la noche y los que están borrachos se emborrachan por la noche. Pero como somos del día, seamos sobrios, vistiendo la coraza de la fe y el amor y el casco que es la esperanza de la salvación. Porque Dios no nos destinó a la ira, sino a la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. Por lo tanto, anímense unos a otros y edifíquense unos a otros, como de hecho lo hacen. (1 Tes 5: 1-11)
Porque como fue en los días de Noé, así será en la venida del Hijo del Hombre. En [aquellos] días antes del diluvio, comían y bebían, se casaban y daban en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca. No lo supieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será [también] en la venida del Hijo del Hombre. (Mateo 24: 37-39)