

Hijos míos, gracias por haber respondido a mi llamado en vuestros corazones y por haber doblado vuestras rodillas en oración. Hijos míos, [como] ya lo he dicho, les pido que abran sus corazones a la gracia para ser dignos de todo lo que Dios tiene reservado para ustedes. Hijitos, orad por la paz, pero ante todo por la paz interior; no os perdáis en cosas efímeras, sino pensad más en vuestra alma. Nuevamente les pido que se conviertan: vean los tiempos oscuros – no esperen el juicio final de Dios, sino sean conscientes de todo lo que vendrá. Si no estáis preparados no podréis afrontar el Aviso. Ahora os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.