Luisa – Un mundo inquieto

Nuestro Señor Jesús al Siervo de Dios Luisa Piccarreta el 3 de septiembre de 1927: 

Alguien es bueno, pero no siente en sí mismo que posee la fuente de la bondad, porque siente que a veces su paciencia es débil, su firmeza en el bien es intermitente, su caridad a menudo flaquea, su oración es inconstante. Esto lo hace infeliz, inquieto, porque ve que su felicidad no es completa; es como si estuviera partida por la mitad, y la otra mitad que falta le sirve para torturarlo y hacerlo infeliz. Pobrecito, qué claro se ve que le falta el Reino de mi Divina Voluntad; de hecho, si reinara en él, poseería la fuente de la bondad, que le dirá: «Descansa, todo está en tu poder: fuente de paciencia, de firmeza, de caridad, de oración»… Por eso, hasta que las criaturas no dejen reinar mi Divina Voluntad, en el mundo no habrá ni siquiera la idea ni el verdadero conocimiento de lo que significan la verdadera paz y la plenitud de la felicidad. Todas las cosas, por buenas y santas que sean, no tendrán su plenitud, porque faltando el dominio y el reinado de mi Querer Supremo, falta aquello que comunica la fuente de todas las felicidades…

Por eso Jesús nos enseñó a orar cada día: “Venga tu Reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo”.

Mi misma oración al Padre celestial, 'Venga, venga tu reino y se haga tu Voluntad en la tierra como en el cielo', significó que con Mi venida a la tierra el Reino de Mi Voluntad no se estableció entre las criaturas, de lo contrario. Yo hubiera dicho: 'Padre mío, que Nuestro reino que ya he establecido en la tierra sea confirmado, y que nuestra Voluntad domine y reine'. En cambio, dije: 'Que venga'. Esto significa que debe llegar y las almas deben esperarlo con la misma certeza con que esperaron al futuro Redentor. Porque Mi Divina Voluntad está ligada y comprometida con las palabras del Padre Nuestro. —Jesús a Luisa, citado en El don de vivir en la voluntad divina en los escritos de Luisa Piccarreta (Ubicación de Kindle 1551)