Luisa – Cansada de una agonía de siglos

Nuestro Señor Jesús a Luisa Piccarreta el 19 de noviembre de 1926:

Ahora el Fiat Supremo [es decir. Voluntad divina] quiere salir. Está cansado, y a cualquier precio quiere salir de esta agonía tan prolongada; y si oís hablar de castigos, de ciudades derrumbadas, de destrucciones, esto no es otra cosa que las fuertes contorsiones de Su agonía. Incapaz de soportarlo más, quiere que la familia humana sienta su estado doloroso y con qué fuerza se retuerce en su interior, sin que nadie se sienta movido a compasión por Ella. Entonces, valiéndose de la violencia, con sus retorcemientos, quiere hacerles sentir que Ella existe en ellos, pero no quiere estar más en agonía, quiere libertad, dominio; Quiere realizar Su vida en ellos.

¡Hija mía, qué desorden en la sociedad porque mi Voluntad no reina! Sus almas son como casas sin orden: todo está al revés; El hedor es tan horrible que es peor que el de un cadáver putrefacto. Y mi Voluntad, con su inmensidad, que no está dada a sustraerse ni siquiera de un latido de criatura, agoniza en medio de tantos males. Esto, en el orden general; en particular, hay aún más: en los religiosos, en el clero, en los que se dicen católicos, Mi Voluntad no sólo agoniza, sino que se mantiene en estado de letargo, como si no tuviera vida. ¡Oh, cuánto más difícil es esto! De hecho, en la agonía en la que al menos me retuerzo, tengo una salida, me hago oír como existente en ellos, aunque agonizante. Pero en el estado de letargo hay una inmovilidad total: es un estado de muerte continua. Así, sólo se pueden ver las apariencias, las vestiduras de la vida religiosa, porque mantienen en letargo mi Voluntad; y porque la mantienen en letargo, su interior está somnoliento, como si la luz y el bien no fueran para ellos. Y si algo hacen externamente, queda vacío de Vida Divina y se disuelve en el humo de la vanagloria, del amor propio, del agrado a otras criaturas; y yo y mi Querer Supremo, estando dentro, salimos de sus obras.

Hija mía, que afrenta. Cómo quisiera que todos sintieran mi tremenda agonía, el continuo estertor, el letargo en que meten mi Voluntad, porque quieren hacer la suya y no la mía, no quieren dejarla reinar, no quieren saber. Él. Por eso quiere romper los diques con Su retorcerse, para que, si no quieren conocerlo y recibirlo por medio del Amor, lo puedan conocer por medio de la Justicia. Cansada de una agonía de siglos, mi Voluntad quiere salir, y por eso prepara dos caminos: el camino triunfante, que son sus conocimientos, sus prodigios y todo el bien que traerá el Reino del Fiat Supremo; y el camino de la Justicia, para aquellos que no quieren conocerlo triunfante.

Corresponde a las criaturas elegir la forma en que quieren recibirlo.

 

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Publicado en Luisa Piccarreta, Mensajes.