San Juan Diego - El cruce de mis brazos

La primera lectura de la Misa de hoy es una palabra de consuelo de que Dios no pasa por alto nuestro trabajo en la viña que, a veces, puede parecer en vano. 

Dios no es injusto para pasar por alto tu trabajo y el amor que has demostrado por su nombre al servir y seguir sirviendo a los santos. Deseamos fervientemente que cada uno de ustedes demuestre el mismo anhelo por el cumplimiento de la esperanza hasta el final, para que no se vuelvan perezosos, sino imitadores de aquellos que, mediante la fe y la paciencia, heredan las promesas. (Primera lectura de la misa, Heb 6: 10-12; 19 de enero de 2021)

Esas palabras de San Pablo encuentran su eco en las reconfortantes palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego ... palabras que Nuestra Señora desea hablarle a usted, su Pequeña chusma, esta noche:

Escúchame, hijo mío. Es cierto que no me faltan servidores ni embajadores a quienes pueda encomendar mi mensaje para que se cumpla mi voluntad. Pero es importante que hables por mí en este asunto, cansado como estás… Escúchalo y deja que penetre en tu corazón, hijito querido: que nada te desanime, nada te deprima. No dejes que nada altere tu corazón ni tu semblante. Además, no tema ninguna enfermedad o problema, ansiedad o dolor. ¿No soy yo quien soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y protección? ¿No soy yo tu fuente de vida? ¿No estás en el pliegue de mi manto, en el cruce de mis brazos? No se preocupe… ¿Hay algo más que necesite? —12 de diciembre de 1531

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